30 de enero de 2012

Porno-Jazz-Techno


Prince es la estrella de mis stereografías. Es sin duda el músico más influyente de mi vida. Hubo una época en la que sólo escuchaba a Prince, y no paraba de obsesionarme con sus discos, sus poco convencionales ideas (mezcla del misticismo y la pornografía), su imagen andrógina, a medio camino entre un ángel y un demonio. Vivía de su eclecticismo: abarcaba tantos estilos que tenía la falsa sensación de que con Prince escuchaba toda la Música. Es un genio del funk, estilo en el que ha innovado más que nadie y con el que ha tenido más herederos. Su funky es amarillo, elegante, sexy, divertido: sobre todo, es pop. Cuando Prince tiene un micrófono y se pone a rapear, no hay nadie más irónico ni más extraordinario. Cuando decide hacer jazz, con voz femenina y agudísima, llega a la sensibilidad máxima. Ya grite como un loco felino, ya gima, ya use el falsete extremo, ya distorsione su voz, use vocoders, emplee graves cavernosos, cambie tonos o acentos... Prince siempre es Prince y a la vez siempre ha sido un símbolo impronunciable. 

Prince bebe de James Brown, de Kraftwerk, de The Beatles, de Marvin Gaye, de Jimi Hendrix; pero hay tantos que beben de él... Lenny Kravitz y Terence Trent D´arby se han considerado sus herederos más claros (aunque prometían mucho más de lo que dieron): pero hay retazos de Prince en Prodigy, en Tricky, en Chemical Brothers, en Massive Attack, en Basement Jaxx, en Jay Jay Johanson, en Jamiroquai, en Britney Spears y toda la pléyade de músicos americanos del R&B... Más oculta y subjetiva es su influencia en Morrissey o en Suede. Quien mejor ha asimilado sus enseñanzas ha sido Beck, captando el lado experimental y lúdico de Prince. Y, sobre todo, la idea de seguir siendo uno mismo después de pasar por toda una cocktelera de ritmos. 

Prince es uno de los mejores guitarristas del mundo; y, sin duda, el que mejor daña la guitarra sin despeinarse. Prince domina todos los registros de la voz y toca casi todos los instrumentos, siendo un virtuoso en muchos de ellos (sobre todo en los clásicos del pop: guitarra, teclados, bajo y batería). Prince es un genio indudable, que se pasea cómodamente por el pop, el rock, el funk, el rap, el techno, el acid, el jazz, la música clásica, la new age, el soul, el R&B, la música electrónica, los arabescos... Su carácter caprichoso e indolente aumenta su aureola mítica: su amor incondicional a Mayte fue una de las grandes esperanzas de mi vida (y también uno de los fiascos más hermosos: ¿cómo pudieron dejarse después de asegurar a los cuatro mil vientos que eran almas gemelas?). Se ha dicho de todo de Prince; como, por ejemplo, que se ha hecho testigo de Jehová y va por su vecindario de puerta en puerta tratando de captar adeptos. Siempre se ha comparado a Prince con Michael Jackson, ya que nacieron el mismo año (1958), explotaron en fechas parecidas (1983 con "Thriller" y 1984 con "Purple Rain", no respectivamente), y guardan cierta relación de imagen y excentricidades. A mí me gustan los dos, pero Prince es infinitamente mejor: mejor cantante, mejor compositor, muchísimo mejor músico...; además, es mucho más guapo y más bajito. 

Prince, el genio que asegura que dormir es una pérdida de tiempo, el músico insomne, mezcla como nadie el porno y la poesía. Los primeros versos de su canción "Temptation" representan una posible definición de su estilo indirecto y provocativo, inteligente y algo rebuscado: "Everybody on this earth has got a vice /and mine, little darlin`, mine is the opposite of ice". Su mente calenturienta, sus locas ideas, su valentía respecto al sexo, su ambigüedad absoluta, su pose de estrella, su creencia en la astrología y en las ciencias ocultas, su asunción total de su horóscopo (géminis, por supuesto, con esas dos o más caras que luce)... No hay nadie como él. Muchas veces pienso por qué, desde pequeñito, me obsesioné con un personaje tan diferente a mí y a todo lo que me rodeaba. Y cómo llegué a tener toda su discografía en tan pocos años. Todavía sigo escuchando a Prince, aunque ahora me faltan algunos discos y ya no estoy loco por él. 

Siempre quedará "Sign O` the times" (1987), sin duda la cumbre perfecta de su música, su disco más logrado. Y joyas como "1999" (1982) o "Purple Rain" (1984) siempre serán clásicos. De verdad, a mí me gusta todo. Desde sus primeros discos adolescentes y alocados, con una tendencia enfermiza a hablar del sexo, hasta los discos experimentales y arriesgados de los ochenta (su méjor década, cuando cada año Prince sorprendía con un disco completamente diferente al anterior: "Around the world in a day" (1985), pop y psicodélico; "Parade" (1986) , sentimental y más jazzístico; "Lovesexy" (1988), comercial e innovador a la vez; "Batman" (1989), oscuro e inquieto...). En los noventa, sacó discazos como "Diamonds and pearls" (1991), uno de sus mejores Lps, amén de ser el primero que me compré y de los más recordados por renovar el funk y anticipar lo que sería la música radiofórmula americana de las décadas siguientes. Con calidad y elegancia inusitadas, sellos distintivos de Prince que continuaría en discos como "O(+>" (1992), el reivindicable "Come" (1994), el exagerado y portentoso triple disco "Empancipation" (1996)... Y muchos más discos entre medias, a priori y a posteriori, que no paró de sacar en esa década extraña. Para llegar a los 2000 como músico respetado y reconocido, en cierto modo subrepticio. No se deja ver mucho, apenas hace publicidad de su música, saca discos por internet que tardan en comercializarse, se mantiene con su legión de fans insobornables y ultrafieles. Se le tiene en cuenta como referencia básica y por la herencia musical que deja, aunque ya no se espera que cambie el mainstream. Pero, pase lo que pase, Prince siempre estará ahí.




Escrito por Amebaboy
Publicado el 20 de mayo de 2006.
Extraído de su publicación original en www.amebaboy2.blogspot.com  de fecha 25 de agosto de 2005.

1 comentario:

JLO dijo...

gran nota y además acierta con el sentimiento de todos los fans de él... salu2 y pop life